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Por: Cesar Guillermo Baena

Nosotros, formados del polvo de las estrellas, estamos dados a vivir en armonía y equilibrio; no obstante, muchos no lo hacen y viven en excesos. Pero como todo proceso natural, cuando tenemos mucho de algo, nuestra vida se va a equilibrar por otro lado; nuestro cuerpo, y nuestro entorno se van a ajustar para lograr el balance. Y allí es cuando aparecen los problemas, las inconformidades, los traumas y casi siempre las enfermedades.

 

El título de este artículo, es una frase que leí hace algún tiempo por ahí, y la verdad me llamo mucho la atención y siempre lo mantuve presente en mi mente. Soy de los que creen que los mensajes nos buscan ellos a nosotros. Cuando un libro, una frase, una canción, o un maestro nos llega a la vida, lo más seguro es porque en ese momento en particular estamos necesitando justamente esa idea o a esa persona. De hecho, los Coach decimos que los temas por los que nuestros clientes nos buscan, muchas veces son aquellos que nosotros mismos tenemos que trabajar y les puedo decir por mi propia experiencia que es así.

Yo soy un ferviente defensor del trabajo, creo fielmente que, sea cual sea, éste dignifica al hombre. Y es obvio, pues como seres sociales es importante que tengamos la oportunidad de contribuir de una manera positiva a la comunidad en la que vivimos, no es solo que no seamos una carga, sino que incluso, seamos lo suficientemente productivos como para poder colaborar y dar nuestro aporte. No obstante, en la sociedad moderna, especialmente en el mundo occidental lleno de tantas desigualdades, se perciben serias distorsiones asociadas al sistema productivo.

Podemos observar desde personas que estando en capacidad de hacerlo, no trabajan y deben ser mantenidos por los demás, muchas veces en condiciones que afectan su propia dignidad, pasando por otros que por diversos motivos realizan trabajos de muy bajo nivel intelectual y por lo tanto reciben compensaciones de subsistencia, hasta aquellos que hacen de sus empleos su forma de vivir y obviamente, obtienen extraordinarias remuneraciones por su dedicación.

Acá en los Estados Unidos, se venera la dedicación al empleo de una forma, a mi parecer, inadecuada. Este es uno de los países desarrollados en los que se trabaja más horas semanales por persona, lo cual hace que a pesar de que los sueldos son muy competitivos, cuando se calculan por hora, resultan mucho más bajos en promedio comparados con el de otros países desarrollados. Adicionalmente, las vacaciones y días libres son de las más cortas de todo el mundo; por lo cual, se trabajan también más días por año. Este hecho, alimenta esa idea tan bien propagada de que acá, lo único que se hace es trabajar.

Pero analicemos esta situación en un contexto global: el trabajo moderno, es el sustituto de oficios simples más antiguos, e incluso, si nos vamos más atrás en la historia, es el remplazo de la caza y la pesca. Es decir, los seres humanos trabajamos para poder satisfacer nuestras necesidades. Y es justamente en esta última frase donde comenzamos a aterrizar en el meollo de este asunto. Cuando se habla de necesidades, ¿A qué necesidades nos estamos refiriendo? Digo esto, porque muchos son los que piensan que las necesidades son básicas, y que por tanto son muy fáciles de satisfacer. Si yo pregunto: ¿Necesitamos comprarnos carros de lujo?, ¿Necesitamos comprar ropa de diseñador o comer en restaurantes ultra costosos? Muchos me dirán que obviamente no. Pero si yo pregunto: ¿Nuestros antepasados, indígenas o aborígenes, necesitaban vestirse y pintarse de la misma manera que el resto de su tribu? Si en verdad querían pertenecer a esa tribu obviamente debían hacerlo.

Por lo tanto, hay necesidades básicas, y hay necesidades socio-culturales que se requieren para lograr pertenecer y ser clasificado de determinadas maneras. La sociedad va desarrollando valores propios de su cultura particular y estos valores se representan en estatus y jerarquías, dentro de esos sistemas sociales que constituyen nuestras vidas post-modernas. De esta manera, las personas mayormente viven para poder satisfacer estos estilos de vida, que han sido impuestos muchas veces bajo intereses particulares de marcas y empresas. El sistema, haciendo uso de la publicidad, los medios de comunicación, el cine, y el mercadeo, va moldeando y diseñando una sociedad acorde con un sistema económico y un estilo de vida que se complementen. Esto es algo que me parece maravilloso y fascinante; es un proceso social, de creación de valores, cultura y sociedad, que se da de manera natural.

El punto neurálgico radica en cómo nosotros, como individuos con “libre albedrio” reaccionamos ante estos hechos. Por mi parte les digo que: si para mí existe algo importante en la vida, es el balance. La naturaleza vive y tiende siempre al equilibrio, son las leyes del universo. Nosotros, formados del polvo de las estrellas, estamos dados a vivir en armonía y equilibrio; no obstante, muchos no lo hacen y viven en excesos. Pero como todo proceso natural, cuando tenemos mucho de algo, nuestra vida se va a equilibrar por otro lado; nuestro cuerpo, y nuestro entorno se van a ajustar para lograr el balance. Y allí es cuando aparecen los problemas, las inconformidades, los traumas y casi siempre las enfermedades. Y de esta manera circular, caemos en la pregunta original que dice: ¿Cuánta vida te está constando tu ingreso?

Estamos cometiendo el exceso de vivir para trabajar, le dedicamos al trabajo la mayor parte de nuestra vida y olvidamos nuestras otras necesidades personales, sociales y familiares. Una vez leí a una alta ejecutiva de una importante empresa, decir orgullosamente que ella trabajaba más de 120 horas a la semana y que solo era cuestión de organizar bien tu tiempo para comer e ir al baño. Y yo me pregunto: qué pasa con ese ser humano integral que tiene necesidades emocionales, que tiene el derecho de conocer y disfrutar de este hermoso y maravilloso planeta, de vivir una vida plena y desarrollar relaciones amorosas sanas, por no decir más. Personas como esta, han tomado el valor de “la dedicación al trabajo” como una máxima, como la actitud más importante para posicionarse en una sociedad que aplaude este comportamiento.

Respeto profundamente lo que cada quien decida hacer con su vida, pero creo firmemente que hay que tomar los valores sociales con mucha precaución y darles su justo lugar. He visto tantas veces personas con estos valores arrepentirse cuando ya es demasiado tarde, porque sienten que han perdido su vida, o porque ahora están enfermos y ya no pueden hacer otra cosa, viviendo una vida carente de afectos verdaderos, escasa de actividades apasionantes, y con un gran vacío en sus almas. Largas y extenuantes jornadas de trabajo, conllevan niveles de estrés que nos afectan la salud y nos deterioran nuestro espíritu.

Buscar vivir una vida balanceada, no permitir que los valores sociales se pongan por encima de nuestras verdaderas necesidades. Esto no implica convertirnos en rebeldes asociales o anarquistas. Somos seres sociales y como tales preferimos y necesitamos vivir en comunidad, sentir y recibir la aceptación del otro, manteniendo la ética y el respeto por el espacio ajeno. Pero, lo importante es evitar que esto implique la propia enajenación de nuestras emociones y necesidades. Atender siempre nuestro cuerpo, dándole el necesario descanso, ejercitándolo, alimentándolo de manera sana y adecuada. Tener conciencia de nuestro lado espiritual y emocional, y no solo es saber que existe, es fundamental atenderlo, es trabajarlo con constancia y dedicación, de la misma manera que lo hacemos con nuestro intelecto cuando queremos crecer como individuos. Es simple, todo es cuestión de balance, como bien lo dije ya, es respetar al prójimo y respetarnos a nosotros mismos, sabiendo que al igual que todos, nosotros también tenemos nuestro lugar y nuestra misión en este universo, es vivir en armonía a lo interno y a lo externo.

Tenemos que trabajar para ser seres útiles, para aportar algo a esta humanidad y a este universo maravilloso que nos ha dado la existencia por una razón. Hagamos honor a esa razón y a ese motivo, y vivamos una vida plena, dejemos de buscar excusas para no arriesgarnos a disfrutar de forma integral. Tanto que hacer, tanto que conocer, tanto que aprender… !tanto que vivir! Vive con sed, vive sin límites, busca tu lugar y tu propósito, vive por tí, procura el agradecimiento y la armonía con tu entrono, llena tu espíritu… y solo entonces, pod