Loading...

Una historia que me toca muy de cerca

Por: César Guillermo Baena

 

 Varias razones me impulsan a escribir este artículo, para lo cual me siento casi obligado. Una de ellas es que mi nombre se encuentra vinculado a la notica sobre Adrián Solano, que está invadiendo las redes sociales y los medios de comunicación mundiales. Sí, mi nombre: “Cesar Baena”, aunque no se trata de mí, sino de mi hermano Cesar (Augusto) Baena.

La desinformación, especulación y el desconocimiento de los hechos ha sido la máxima reinante en los retumbantes ecos que ha tenido esta historia. Algo lamentable desde mi perspectiva, pero perfectamente entendible dada la descomposición, confrontación y polarización política que vive nuestro país. Motivo por el cual, decidimos tomar cualquier hecho para intentar desacreditar y usar como ejemplo de las incompetencias y la corrupción que reina en el régimen que dirige Venezuela desde hace ya 19 años.

Este es un fenómeno que se deriva en gran medida de la destrucción y persecución a la prensa libre, que ha experimentado por parte de todo el aparato del Estado; razón por la cual las redes sociales se han convertido en sustitutos de medios acreditados para conseguir la emisión de opiniones contrapuestas. Lo que sucede es muy simple: no existe una verdad única, solo existen interpretaciones de la realidad, por lo tanto, en sociedades con medios de prensa libre, cada uno de manera  independiente emite su versión del hecho, y los ciudadanos construyen sus juicios a partir de la confrontación de diversas ideas. No obstante, con un control absoluto de la información manejada por un Estado corrupto y delincuente, todos los detractores optan por no creer sus “versiones” y no les queda más remedio que aceptar lo que cualquiera deseé colocar en las redes sociales; algo que mayormente sucede como propaganda anti-oficialista (como ya lo mencioné arriba) y que muchos repiten sin procurar ningún tipo de verificación, tan solo para alimentar su justificado descontento con la terrible crisis de toda índole que vive el país.

El hecho es que, en la mayoría de los casos, por omisión, disgusto o desesperación la gente comienza a hacerse eco de matrices de opinión y cuentos fantásticos sobre corrupción, manipulación de influencias e ineficiencia del Gobierno, que, aunque son el pan de cada día en Venezuela, distan mucho de la realidad en este caso.

Antes de contarles una versión resumida de la historia que conozco bastante bien, deseo aclarar lo siguiente: Como ya lo dije anteriormente, Cesar (Augusto) Baena, es mi hermano. Para ser más preciso, él es el mayor de los tres hijos del segundo matrimonio de mi padre.  Mi hermano se ha dedicado a la práctica del esquí nórdico desde hace unos 12 años, cuenta con dos records mundiales de distancia en esquí de asfalto (aunque uno de estos no pudo ser acreditado por problemas administrativos). En contra de todo pronóstico y sin que prácticamente nadie creyera en su proyecto (ni yo tampoco) ha conseguido la manera de dedicarse a esta actividad a tiempo completo durante todo este período. La verdad es que es una persona a quien admiro mucho por su constancia, perseverancia y determinación, aunque de la misma manera hemos tenido afanosas diferencias debido a su inclinación política, pues ha sido un ferviente creyente del proyecto del ex presidente Chávez. No obstante, con el fuerte talante democrático que me caracteriza, he procurado siempre respetar su ideología, por más que el régimen dictatorial, corrupto y narcotraficante al que él ha defendido me haya perseguido hasta el punto de obligarme a vivir en el exilio. Y ya aclarado esté punto, procederé a contar la verdad sobre “El peor esquiador del mundo” que yo conozco muy bien.

La historia desde adentro

Parte del trabajo al cual mi hermano Cesar Baena ha estado dedicado en los últimos años, ha sido el de tratar de conseguir una generación de relevo para la disciplina que él práctica, y desarrollar nuevos talentos en Venezuela para que se integren a este deporte. De esta forma ha ido reclutando jóvenes en el país y entrenándolos en esquí de asfalto para buscar de alguna forma prepararlos y medir también su talento. Así fue como Adrián Solano pasa a formar parte de uno de estos grupos, dentro del cual logra destacar por su gran capacidad, condición física; pero, sobre todo, por su enorme disposición y determinación.  Es por esto que Cesar decide apostar por él y entrenarlo en Suecia para así poder prepararlo en la nive y que compita en el campeonato mundial de esa especialidad, ya que la Federación Internacional de Esquí, en su afán por democratizar y popularizar este deporte se ha propuesto que países no tradicionales de la disciplina participen en las competiciones.

Así pues, mi hermano, le compra el pasaje y decide que lo apoyará con sus propios fondos durante su estadía en Suecia. No obstante, Adrián es retenido por la autoridad en su paso por Francia y luego de cinco días es liberado por un tribunal migratorio gracias a las gestiones de Cesar, por una parte al buscar la mediación del gobierno venezolano y por la otra debido al ruido mediático que consigue. A todas estas, el régimen de Nicolás Maduro desconocía que Adrián estaba viajando con la intención de representar a Venezuela, razón por la cual mi hermano es fuertemente reprochado. Finalmente, el 20 de enero en horas de la noche Solano es liberado, debido a diversos motivos, entre ellos la confusión. Cesar quien se encontraba en Suecia, no logra hacerse cargo de las necesidades de Adrián que estaba solo y desorientado en la capital francesa, razón por la cual este último decide pedir auxilio al consulado venezolano en Paris.

El consulado atiende a Adrián, lo ubica en un hotel y le da el apoyo mínimo necesario durante el fin de semana para regresarlo el lunes a Venezuela. El gobierno desde Caracas ordena hacer una intervención puntual para resolver la situación y no permitir que el joven llegue a Suecia; sino que sea retornado cuanto antes a su patria. Cesar Augusto, se encarga entonces de realizar un escándalo mediático de tal magnitud que logra despertar la atención de un empresario finlandés, quien decide contactarlo para apoyar la aventura. A todas estas, Adrián se encontraba ya en su ciudad de origen, Maracay, recibiendo una llamada para ver si aún deseaba intentar esta travesía, a lo cual responde positivamente y ya el resto de la historia ha sido bien reseñado y difundido.

Adrián Solano no contó con apoyo económico, logístico, ni de ningún tipo por parte del Gobierno Venezolano para asistir a esta cita deportiva. Tampoco gozó de la ayuda de alguna institución o empresa criolla, fue gracias a la solidaridad de un benefactor internacional y al soporte de Cesar Augusto que logró viajar. Obviamente, cabe la pregunta: ¿Qué clase de irresponsable decide presentarse a una competencia internacional de esa categoría, si nunca en su vida había pisado la nieve? Aunque debo coincidir con que es irresponsable, improviado y una falta de seriedad haberlo hecho, que también admito que es descabellado, hasta puede considerarse una burla para el país y para otros atletas, también debo decir que solo alguien con mucho valor, y con un par de RIÑONES bien puestos lo hace. Gracias al desastre y lo penoso de su participación, Adrián abrió puertas que hubieran permanecido cerradas si no hubiese tomado semejante riesgo. Actualmente se le ha presentado un mundo de oportunidades que si es inteligente y las sabe aprovechar lo pueden catapultar muy lejos en su vida. Las oportunidades muchas veces toca asumirlas en el momento en que se presentan, pues no hay nada peor que esperar al momento perfecto para hacerlo.

Siendo una persona con una historia de vida como la mía, en la que entre muchas aventuras y anegdotas poría  figurar aquella en la que, siendo legalmente ciego, fingí no serlo para lograr completar un curso de paracaidismo para poder así saltar solo, siento que no tengo moral para criticar la actuación de Adrián. De hecho, debo confesar que la verdad es que, me encanta ver a alguien como él, que con el mundo en contra decide seguir adelante y enfrentarlo. Ojalá que muchos de los que se dedican a criticar desde un sillón, tomaran la decisión de parase y entrar en acción con la misma fuerza y el coraje que este joven Aragüeño lo hizo.